jueves, 20 de noviembre de 2008

Origen de la Danza Oriental



Samia Gamal y Fifí Abdou

La danza oriental o del vientre tiene un origen tan incierto como discutido, siendo una de las danzas más antiguas del mundo, que combina elementos de diferentes países del Medio Oriente y Norte de África.
Se cree que tiene su origen como forma de ritual pagano de culto a la fecundidad. Algunos expertos apuntan a Grecia para situar su surgimiento, concretamente en las danzas esotéricas practicadas como parte de los rituales de ofrenda a los dioses.
En las antiguas culturas del Mediterráneo y el Asia Menor, se preparaba a las mujeres a través de esta danza, que trabajaba espíritu y cuerpo, principalmente los músculos del abdomen y la flexibilidad de la cadera. En Egipto alcanzó su máximo esplendor, por lo que suele señalarse este país como cuna de la danza oriental; las vírgenes eran instruidas en este arte como preparación para la fertilidad, y su práctica tomó un importante papel en la realización de los ritos religiosos. Otros ritos similares tuvieron lugar en Mesopotamia, Fenicia, Egipto, Arabia -donde la danza era considerada sagrada y no podía ser vista por los hombres-, Chipre y la India.
Durante el s. IV d.C., el Cristianismo y el Islam pasaron a dominar el Medio Oriente. A pesar de adaptar ciertas ceremonias paganas, los rituales de culto a las diosas fueron destruidos y se trató de suprimir la existencia de las danzas femeninas relacionadas con la sexualidad y fertilidad.
Sin embargo la danza persistió, aunque con connotaciones bastante más peyorativas, en países como Egipto, a través del trabajo de dos tipos de bailarinas: las ghawazee (gitanas), que bailaban al aire libre para público de baja clase social, y las awalim -más respetadas-, que actuaban en las residencias de los ricos.
En los países árabes esta danza se denomina Raks Sharki -que significa Danza Oriental-. Su denominación "danza del vientre" fue acuñada por los europeos que en el siglo XIX llegaron a estos países y descubrieron un baile de estilo y movimientos totalmente diferentes a los de las danzas conocidas.
En 1930, se abrió en El Cairo el Casino Badia, una sala de fiestas que comenzó a difundir la danza. Pronto ganó gran popularidad y se produjeron películas protagonizadas por bailarinas, que llegarían a convertirse en famosas estrellas de cine, como fue el caso de Tahia Carioca, Samia Gamal, Naima Akef y Fifí Abdou.

La danza oriental o del vientre forma parte actualmente de la cultura de la mayoría de los países árabes, y se encuentra especialmente desarrollada en Egipto, Líbano y Turquía. Existe además, en Occidente, un creciente interés por este baile, que ha llevado a la apertura de escuelas y a la aparición de numerosas y prestigiosas bailarinas. Algunas odaliscas famosas de hoy son Rania, Nagwa Fouad, Amani, Mona Said, Dina, Laila Haddad o Soraya Hilal.

Pese a lo común que es relacionar la danza del vientre con el mundo enigmático y exótico de los antiguos harenes, es importante resaltar su sentido como medio idóneo para propiciar la unidad entre el cuerpo y el espíritu, y como vía de exaltación de la parte femenina de los dioses, relacionada con la belleza, la intuición, la fecundidad y la concepción.
Es aquí donde reside su diferencia respecto a otras danzas, y de donde radica su carácter contradictorio. El dualismo entre esoterismo y erotismo, y su simbolismo como máxima expresión de la divinidad femenina la convirtieron en objeto de mala consideración e infravaloración, pero también de inevitable atracción.

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