martes, 15 de febrero de 2011

Cocina, arte aparte

¿La cocina es un arte? ¿Se puede comparar a Ferran Adriá con Piet Mondrian... Creo que éste es un ejercicio de análisis muy complicado para mi persona y como me dijo a principio de curso el "loco-cuerdo" de mi profesor; la cocina es cocina y nada más.

Y para mi es un "arte" aparte. Hay un punto de contacto entre la cocina y el arte creo que puede radicar en el proceso de creación de las elaboraciones. El ser humano es creador por naturaleza... como por ejemplo dentro del arte está la artesanía, eso es indudable.
Lo que si puedo afirmar con rotundidad es que el arte puede existir en la gastronomía, tanto en el fenómeno creativo que esta conlleva, como en el de la percepción de quien recibe y consume el producto propiamente dicho. El emocionarse delante de un plato bien confeccionado es como estar delante del GUERNICA o ¿no?.
El día que descubrí que existía la creatividad:
Cuando en el invierno del 1994 aterricé en Vitoria, en un certamen de alta cocina teniendo 18 años y donde mis conocimientos culinarios se resumían haber estado dos años en la escuela y trabajar en un restaurante de cocina de Jaén. Probé los platos más deliciosos de mi vida y los que me apasionaron fueron; tuétano con caviar y la enigmática espuma de mar...pero quedó ahí porque quizás no tenía la edad ni la valentía para haberle dicho a Adrià sssssiiiiii... pero bueno la vida es así y uno es dueño de sus decisiones.Gracias a los que me quieren bien he vuelto a la cocina.
En la escuela he vuelto a redescubrir la creatividad y mi dicha ha sido aún mayor cuando uno se topa con docentes que aman lo que hacen,saben de lo que hablan y les importa que sus alumnos aprendan. Es de agradecer que te animen y me reconforta estar donde estoy, porque yo me nutro de ilusión y de pasión por lo que hago. Hacer las cosas bien hechas no es TAREA FÁCIL PORQUE SE ARRIESGA MUCHO.

Debo dar gracias a mis profesores por enseñarnos a amar el trabajo bien realizado, sea el que sea... aunque cuanto más complicado mejor.

Esta es la primera parte de una maravillosa e intensa entrevista a F.Adrià.
«¿Qué es la creatividad?». «Creatividad es no copiar».
¿Qué es crear? ¿Qué hace falta para crear?
¿Qué es crear? La respuesta no es fácil, ni única. Pueden establecerse multitud de definiciones, y todos los pareceres son válidos.
En primer lugar, es preciso diferenciar creatividad de invención (y sobre todo intentar no confundirlas). En el mundo de la cocina actual se inventa muy poco, pero se puede crear mucho. Aventurándome en una primera definición, diré que crear es poder ver lo que no todo el mundo percibe. Teniendo en cuenta que todo ya existe de alguna forma, el creador original será capaz de acceder a lo que muy pocas personas ven y, con la ayuda de sus conocimientos, ofrecer algo nuevo.
Pero intentémoslo de nuevo: la creatividad es una con-junción de dos elementos claves, la voluntad de hacer algo nuevo y la capacidad para poder llevarlo a cabo.
En mi opinión, la voluntad engloba una manera de vivir, un estado de ánimo, un ansia de búsqueda, una constancia en el trabajo; vamos a llamar a la voluntad «alma de la creatividad».
La capacidad es la profesionalidad del creador, es decir, la conjunción de la técnica y de los conocimientos que posee. Bautizaremos a la capacidad con el nombre de “cuerpo de la creatividad”.

Junto a estos factores, otros elementos desempeñan papeles de primer orden en el desarrollo de la creatividad. En primer lugar, el cocinero debe saber comer: difícilmente podrá realizar nuevas creaciones si no confía en la capacidad de su paladar para decidir si una idea es buena o no lo es, teniendo presente que el gusto es, naturalmente, relativo. Otro aspecto relevante es la honestidad. El cocinero (o el pintor, el músico, el escritor) que se propone innovar debe partir de la premisa que lo nuevo es lo que no se ha hecho jamás y en ningún caso, lo que él desconoce. Ignorar en qué direcciones se mueven los creadores contemporáneos puede llevar a «copiar» recetas que ya existen. Desde un punto de vista ético no se puede censurar al cocinero que así actué, pero su esfuerzo será estéril. Por este motivo, la inquietud por descubrir lo que se ha hecho o se está haciendo para actualizarse y conocer las últimas tendencias interesantes, es un factor de primerísima importancia. En este sentido, el cocinero debe saber asimilar lo que ha conocido sin dejarse influir en lo más mínimo, para lo que precisa un gran equilibrio, facultad de difícil ejercicio que sólo se adquiere con la experiencia. Ahora bien, no es lo mismo cocinar para un comensal habituado a ir un par de veces al año a un restaurante de cocina creativa que servir a una persona que visita continuamente todos los restaurantes creativos del mundo. Al primero cualquier novedad, por pequeña que sea, le puede parecer una sorpresa; el segundo comensal podrá clasificar cada nueva experiencia según su justo valor, en un baremo compuesto por una amplia gama de parámetros.
¿Por qué se crea?
Existen muchas posibles respuestas a esta pregunta, aparentemente tan simple. En cualquier caso, todas coincidirán en un punto importante: la necesidad de crear. Se trata de un fenómeno difícil de explicar, en el que conviven el placer de resolver los problemas que se plantean y de ver la obra terminada, con la angustia que suelen causar las muchas horas en las que no se llega al resultado deseado.
En mi opinión, el mejor remedio para sobrellevar esta sensación es tratar el acto de crear con la misma frialdad que éste parece tratarnos. La creatividad, en mi caso, forma parte de mi trabajo y la disfruto como un regalo; por ello, trato de no darle más trascendencia de la que tiene en realidad. Por otra parte, uno puede inclinarse por «recrear», es decir, por perfeccionar y matizar conceptos ya existentes otorgándoles un estilo personal, o bien por innovar, por crear algo realmente nuevo. Cada creador opta, naturalmente, por lo que más se adecue a sus objetivos y a sus posibilidades.
En ocasiones, la opinión que los cocineros creativos despiertan en muchas personas conlleva una interpretación errónea de lo que representa la innovación. Con frecuencia se cree que los cocineros creativos sofistican sus platos porque no saben cocinar en un estilo clásico y tradicional. Por lo que a mí respecta, antes de dedicarme a la cocina creativa aprendí y cociné la mayoría de platos clásicos y de hecho, aunque en la actualidad rara vez me dediqué a ello, las personas que han probado mis preparaciones «tradicionales» me han sugerido que, paralelamente a mi actividad en El Bulli. podría abrir un restaurante de este tipo; es una posibilidad que no descarto.

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