viernes, 5 de noviembre de 2010

¡A LA RICA MANDARINA!



Es época de castañas pilongas, membrillos y… de jugosas mandarinas. Aromáticas de pelada fácil alimentaban mis pueriles tardes otoñales. Con sus 10/13 gajos creaba una pequeña tarta. Luego, gajo a gajo, iba deshaciéndola parsimoniosa y ceremoniosamente. CON ESTE SIMPLE ACTO alimentaba además mi fructífera imaginación…la chef Ferreres, de gorro imposible y chaquetilla rosa crea las mejores tartas de mandarina del mundo. Paradójica la vida es pues ahora soy cocinera de tercera pero soy cocinera. No sé si gracias a las mandarinas.
Me sigue fascinando su color y sobre todo el aroma que desprenden cuando las abres, ¡umm! … me recuerdan tanto a esa humilde cocina de estantes metálicas y alicatado blanco que me emociono. Porque cuando comía mandarinas solo hacía eso comer mandarinas y soñar.
No quiero perder esa niña que llevo dentro porque los pequeños placeres como es el simple acto de comer mandarinas son lo que fundamentan mi vida. Además de soñar con ser una chef excepcional de tartas de este delicado y dulce manjar.

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