Como Agua Para Chocolate
Alfonso Arnau, adapta con maestría la novela de Laura Esquivel, éxito de ventas en Méjico, ya que en un país donde la lectura no es una de sus costumbres mas arraigadas. Pero si queremos hacer justicia a la realidad, el director contó con la inestimable colaboración de la propia y, ¡le salió para chuparse los dedos!.
Comida… Fielmente reflejada, casi desparramada fuera de la pantalla. El realismo de la película es tal que si hiciéramos la prueba casi tocaríamos los alimentos con nuestros dedos.
Como agua para chocolate refleja un drama familiar, de amor, de celos y pasión hilvanado con maestría de modo que logra retener la atención del espectador a la par que le abre el apetito. Amor desgarrado y desgarrador, un amor enquistado y sin futuro que apenas cuando nazca estará condenado a morir o por lo menos a mal vivir.
Y es que en la película, comida hay por doquier: pero con buen gusto. Observaremos a Tita en la cocina. Una cocina que bien podría ser un miembro más de su cuerpo, o mejor sería compararlo con un sentimiento, o un sentido… La gastronomía fluye por sus dedos y baña su cuerpo.
Gastronomía como metáfora y como vehículo para expresar emociones… Veremos que en esta película Tita cocina para evadirse, cocina para alegrarse y alegrar a los que con ella conviven, cocina para vengarse y para limpiar su conciencia, cocina para sanar con el alimento, cocina para alimentar y para multitud de cosas. Película en la que todos comen, hasta las gallinas, para las que también "cocina". Por amor y por pasión, todo se come y cada alimento tiene un significado que hace que esta película sea redonda de principio a fin.
Película con sabor a cebolla, pues con ella empieza y con ella termina, hasta en eso es redonda… Pues la cebolla provoca el llanto en las protagonistas, llanto de vida que provoca en el espectador multitud de sentimientos.
En definitiva es una obra de arte.
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